Wellness en las empresas
Uno de los principales retos a la hora de implementar un programa de bienestar corporativo es conseguir que los empleados los realicen.
Muchas compañías, con su mejor intención, realizan acciones y planes de bienestar para sus empleados. Los primeros días suelen tener mucho éxito de asistencia o participación, pero tras poco tiempo los empleados los empiezan a abandonar porque no tienen tiempo o tienen otras prioridades.
Acciones de mindfulness, clases colectivas de yoga, o talleres de nutrición a priori suenan muy atractivos, pero…¿es eso lo que necesitan todos los empleados?
Un cambio de paradigma importante es entender que no todas las personas/empleados son iguales, ni necesitan las mismas cosas. Cuando se ofrece un programa genérico de bienestar, puede ser muy interesante e incluso muy útil para algunos, pero si queremos que tenga un impacto transversal en la organización, debemos ir un paso más atrás.
Una herramienta que resulta muy útil para entender los patrones de conducta de cada persona es la herramienta DISC adaptada al Wellness.
DISC es una herramienta que se lleva usando desde hace décadas en RR.HH y que ahora cuenta con un módulo específico para el Bienestar. La evaluación se realiza con un test muy sencillo que se completa en tan solo diez minutos. El informe que obtenemos tiene una fiabilidad del 92% y nos muestra unas conclusiones que nos ayudarán a entender cómo es la persona que tenemos delante: desde cómo reacciona ante los retos hasta la relación que tiene con las normas o el ritmo de trabajo.
El acrónimo DISC se corresponde con:
D = DECISIÓN: Cómo afronta desafíos y retos
I = INFLUENCIA: Cómo interactúa con otras personas
S = SERENIDAD: Cómo gestiona los cambios en el entorno y el ritmo de trabajo
C = CUMPLIMIENTO: Qué relación tiene con las normas y los procedimientos
Cada persona tiene un factor predominante en un porcentaje concreto y factores secundarios.
¿Y para que nos puede valer esta información?
Imaginemos que una empresa pone a disposición de sus empleados un programa de dietas, con múltiples recetas adaptadas al trabajo, un seguimiento de la evaluación con una app y un plan para adelgazar en dos meses. A priori suena muy interesante, pero ¿va a funcionar para todos?
Veamos este ejemplo con dos perfiles conductuales diferentes, uno con factor predominante D y otro con C.
Una persona con un factor D alto, es una persona orientada a resultados, competitiva, de ritmo rápido y que no está muy interesada en el proceso. A este tipo de personas no les va a funcionar bien un programa de dietas en el que se haga un seguimiento diario exhaustivo en el que tenga que pesar 100 gramos de jamón en cada comida. Simplemente se va a aburrir y abandonará el programa. Quiere tener el resultado cuando antes, y no le importa tanto cómo llegar.
Por el contrario, una persona con el factor C alto es una persona orientada a procesos, tiene ritmo lento y necesita entender cada cosa qué hace. A esta persona si le funcionara muy bien un programa de seguimiento exhaustivo, y no le va a molestar que por ejemplo una app o un email que le recuerde cada día que tiene que pesar la comida.
¿Cómo podría funcionar un mismo programa a dos personas con dos perfiles tan diferentes? La realidad es que no funciona y este es uno de los motivos de las tasas de abandono tan altas de este tipo de programas.
Una manera de resolverlo sería proponer diferentes tipos de programas/acciones a cada persona en función de su perfil mejor que tratar de que se adapten a algo que naturalmente no va con ellos. Para ello se requiere realizar este análisis previo y segmentar actividades por personas o por grupos de personas afines. Haciendo estos análisis previos aumentamos las posibilidades de obtener un retorno de la inversión en acciones de Bienestar.