UN ENFOQUE MÁS AMPLIO DEL BIENESTAR

Generalmente la palabra “bienestar” (en inglés “wellness”) se asocia a encontrarse bien físicamente, llevar una alimentación equilibrada, hacer ejercicio, descansar correctamente, etc. o también al bienestar mental y emocional, buena gestión de emociones, pensamientos y preocupaciones.

Si nos remitimos a la definición de la RAE podemos ver que esa asociación se queda corta:

  1. m. Conjunto de las cosas necesarias para vivir bien.
  2. m. Vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad.
  3. m. Estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica.

Veamos diferentes dimensiones del bienestar a tener en cuenta para evaluar nuestro estado de bienestar:

Bienestar Social: Construir y mantener relaciones sanas, enriquecedoras y de apoyo.

Bienestar Intelectual: Actividades creativas y estimulantes para la mente.

Bienestar Vital: Ser conscientes y estar en sintonía con nuestro propósito de vida y nuestros valores.

Bienestar ocupacional: Trabajo y realización de tareas que aportan satisfacción y enriquecimiento.

Bienestar financiero: Favorecer una gestión financiera acorde a nuestros recursos y posibilidades.

Bienestar emocional: Autoconocimiento, autocuidado, relajación, reducción del estrés y desarrollo de la fuerza interior.

Bienestar físico: Equilibrar la actividad física, la nutrición, el descanso y el bienestar mental para mantener el cuerpo en óptimas condiciones.

Para incrementar nuestro bienestar existen unos pasos imprescindibles:

  • Reflexión y análisis: Evaluar las diferentes dimensiones que inciden en nuestro bienestar, cómo nos sentimos con cada una de ellas y ordenarlas por prioridad según su impacto en nuestra vida.
  • Actitud proactiva: Pensar qué podemos hacer nosotros para mejorar cada dimensión, es decir, que está en nuestra mano y depende de nosotros y no de otras personas o factores externos incontrolables.
  • Plan de acción: Definir un plan con acciones concretas en plazos concretos.
  • Evaluación periódica: Análisis del impacto que nuestro plan de acción está teniendo en nuestro bienestar y realización de cambios o ajustes si no obtenemos el resultado esperado.

Para favorecer este proceso realizaremos publicaciones sucesivas profundizando en cada dimensión con reflexiones, posibles acciones y recomendaciones.