Durante los últimos meses se ha escrito mucho sobre los efectos de la pandemia en nuestro cuerpo y mente: caída de pelo, sobrepeso, ansiedad, insomnio…

Muchos de estos elementos están causados por un cambio radical de hábitos y por los efectos (aún no del todo estudiados) del estrés generado por la incertidumbre ante un escenario tan desconocido.

Mucha gente ha pasado de llevar una vida bastante activa en la que salía de casa por la mañana y hacía multitud de actividades, a teletrabajar, cambiando también sus hábitos de ocio hacia actividades mucho menos activas en nuestro domicilio.

Un ejemplo muy característico es el dato sobre consumo de televisión en casa. El informe del Consejo Nacional de Televisión de 2021, indicaba que hemos incrementado el consumo de televisión en más de 90 minutos al día respecto del año pasado, sumando un total de más de 6 horas de media con televisión encendida….6 horas al día!!

Esta reducción drástica de nuestra actividad física general no se compensa con hacer 45 minutos de ejercicio dos o tres veces por semana.

Además de la inactividad, el ‘Estudio Paneuropeo AXA sobre Salud Mental’, impulsado por la Fundación AXA en España, indica que un 34% de los ciudadanos define actualmente su estado de ánimo como “malo” o “muy malo”, a diferencia del del 8% que reconocía estar en esa misma situación antes de la pandemia del covid-19.

Esta falta de movimiento generalizada y un estado mental agitado son una bomba de relojería para nuestro cuerpo

Esta falta de movimiento generalizada y un estado mental agitado son una bomba de relojería para nuestro cuerpo, pero seguimos “normalizando” los efectos porque, mientras no nos resulten incapacitantes, pensamos que podemos seguir haciendo lo que hacemos. 

Prestar atención a estos pequeños cambios en nuestro cuerpo es importante, especialmente si son constantes y se van agudizando.

Un claro ejemplo es el del dolor muscular o articular. Un día nos levantamos con un poco de dolor en las lumbares, y lo normalizamos porque no nos impide seguir trabajando o ir a hacer la compra. Pero si este dolor se va aumentando y empieza a formar parte de nuestra vida, deberíamos de levantar todas las alertas y no pensar que es algo “normal”. La solución no debería de ser sólo tratar el síntoma tomando un analgésico, sino pensar en las causas desde una perspectiva más amplia. Debemos cambiar nuestra manera de afrontar estos retos y pensar qué cambios podemos hacer para que no se generen estas situaciones, mejor que tratar los síntomas.

Pensar qué cambios podemos hacer para que no se generen estas situaciones, mejor que tratar los síntomas

Siguiendo con el ejemplo del dolor articular, hay una situación, ampliamente estudiada, que relaciona la falta de movimiento y la ansiedad con el dolor crónico, si bien todavía nos cuesta mucho interiorizarla. Pensamos que si estamos parados es imposible que nos hagamos daño. Pero nuestro cuerpo no funciona así.

Estamos biológicamente programados para movernos, y para hacerlo de una manera determinada, no solamente para ejercitarnos en el gimnasio haciendo movimientos repetitivos y luego volver a un periodo de inactividad de 12 horas

Estamos biológicamente programados para movernos, y para hacerlo de una manera determinada, no solamente para ejercitarnos en el gimnasio haciendo movimientos repetitivos y luego volver a un periodo de inactividad de 12 horas. Prestamos muy poca atención a la calidad del movimiento. La ansiedad por conseguir objetivos inmediatos (perder peso o ganar musculatura) nos impide pensar de una manera más holística sobre cómo afectan estos patrones a nuestros dolores y en definitiva a nuestro cuerpo.

Esta falta de toma de consciencia de nuestro movimiento la podemos extrapolar a nuestra manera de comer o a nuestra manera de hacer cualquier actividad.

Poner nuestro cerebro en “modo automático” y realizar todas las actividades sin pensar, nos ayuda a pasar el día, pero también tiene un coste. Nuestro cuerpo nos va dando pequeñas alertas, debemos prestar atención para poder pasar a la acción.

Nuestro cuerpo nos va dando pequeñas alertas, debemos prestar atención para poder pasar a la acción

¿Qué podemos hacer para tomar consciencia y pasar a la acción?

1. Planificación

En vez de levantarnos sin más, emplea 5 minutos para repasar cómo vas a afrontar el día: ¿Te duele algo, has descansado bien, a qué vas a dedicar más energía hoy?

Revisa cuales son los posibles potenciadores de estrés que vas a tener y prepara cómo puedes reaccionar frente a ellos: esa reunión que no te apetece, la cola del supermercado, una charla incómoda que tienes que tener en casa…muchas de las cosas que nos estresan y que ya sabemos que van a pasar. Hacer una proyección mental de esa situación, y planear cómo podemos reaccionar, nos ayudará mucho a afrontarla.

Muchas de las cosas que nos estresan, y que ya sabemos que van a pasar. Hacer una proyección mental de esa situación, y planear cómo podemos reaccionar, nos ayudará mucho a afrontarla

2. Calentamiento

Dedica otros 5 minutos a calentar tus músculos y articulaciones antes de ir a la ducha o a desayunar. Piensa en tu cuerpo como un coche, necesita coger temperatura antes de que puedas acelerar.  Estos ejemplos de vídeos de calentamiento articular para las mañanas son de gran utilidad para empezar el día progresivamente. Están basados en la metodología FRC, que es uno de los entrenamientos más completos de movilidad.  Como dice Ido Portal.

Muévete porque puedes, si no lo haces puede que mañana no puedas hacerlo. Ido Portal

3. Bajar expectativas

Todos estamos pasando por momentos muy complicados, pero seguro que tienes muchas pequeñas cosas que agradecer. Mientras hagas tu primera actividad de día (la ducha puede ser un buen momento) en vez de pensar en todo lo que no tienes (trabajo, buen sueldo, buena salud etc.), trata de pensar en todas las pequeñas cosas que sí tienes.

Aunque sean pocas cosas, al final tienes un cuerpo, tienes una casa, tienes comida, tienes acceso a medicinas, tienes ropa, tienes muchas cosas que las das por hechas porque siempre las has tenido.

Aunque sólo sean unos segundos, hacer un ejercicio de gratitud nos ayuda a programar nuestro cerebro hacia un patrón de pensamiento positivo

Aunque sólo sean unos segundos, hacer un ejercicio de gratitud nos ayuda a programar nuestro cerebro hacia un patrón de pensamiento positivo. Poco es mejor que nada y frecuencia mejor que intensidad (mejor 30 minutos cada día que tres horas un día). Cuando paso por esos momentos de pensamientos negativos, me acuerdo de una frase que vi en un poster hace tiempo que decía: si no eres feliz con lo que tienes, con lo que no tienes tampoco.

Si no eres feliz con lo que tienes, con lo que no tienes tampoco